ATENCIÓN AL PACIENTE EXTERNO. COMUNICACIÓN Y ENTREVISTA CLÍNICA
2. ATENCIÓN AL PACIENTE EXTERNO
Como se ha comentado en la introducción, el aumento en la longevidad de la población ha incrementado el número de pacientes crónicos, con tratamientos cada vez más complejos, muchas veces pluripatológicos y con múltiples fármacos.
Disponer de información de calidad sobre los medicamentos prescritos no únicamente es importante para los profesionales de la salud, sino también para los pacientes. Obviamente, las necesidades y preferencias sobre la misma son diferentes para los primeros que para los segundos, pero es necesario saber proporcionar la información que el paciente necesita o reclama en cada momento. En un estudio realizado a 1059 personas, se vio que cerca del 70% de los entrevistados únicamente tomaban el medicamento prescrito si disponían, en el momento de iniciar el tratamiento, de la información necesaria y la entendían. Por otro lado, se vio que únicamente el 36.7% de los entrevistados eran capaces de entender la información proporcionada en el prospecto del medicamento. Por tanto, este estudio nos sirve de ejemplo para entender que no es suficiente con dispensar un medicamento con un prospecto explicativo, sino que hay que asegurarse de que a cada paciente en concreto le hemos proporcionado de manera individualizada la atención que necesita.(3)
En origen, dicha atención al paciente proporcionada desde el Servicio de Farmacia estaría englobada dentro del término Atención Farmacéutica (AF). La AF (Pharmaceutical care) se desarrolla en el año 1990 a raíz de un trabajo publicado por los profesores Hepler y Strand (Universidades de Florida y Minnesota, U.S.A)(5). En él, proponen la siguiente definición de AF: “Atención farmacéutica es la provisión responsable de la farmacoterapia con el propósito de alcanzar unos resultados concretos que mejoren la calidad de vida del paciente. Dichos resultados son: 1) curación de la enfermedad, 2) eliminación o reducción de los síntomas, 3) interrupción o enlentecimiento de la patología, 4) prevención de una enfermedad o sintomatología”.
Si atendemos a la definición de la OMS, se entiende por AF “al proceso cooperativo para la provisión responsable de terapia farmacológica a un paciente considerado individualmente. Tiene como objetivos principales buscar, prevenir y resolver problemas relacionados con el medicamento para conseguir los resultados en salud esperados y mantener o mejorar la calidad de vida del paciente”(6). Dicho proceso lo puede realizar un farmacéutico, o bien un técnico en farmacia, bajo la supervisión del primero y trabajando como equipo.
El primer contacto del paciente con la medicación que se le dispensa en el Servicio de Farmacia lo hace a través de la persona que dispensa, que normalmente suele ser el técnico de dispensación ambulatoria. Por tanto, este primer contacto es crucial como filtro para detectar las necesidades que tiene dicho paciente respecto a la medicación que viene a recoger.
En pacientes crónicos, existe un riesgo aumentado de efectos adversos, mayor morbi-mortalidad y, por tanto, mayor utilización de recursos sanitarios. Todo ello se complica si además el paciente crónico es pluripatológico, definido como aquel paciente en el que “coexisten dos o más enfermedades crónicas que duran un año o más, precisando asistencia médica continuada y/o limitando las actividades diarias, y que presenta una mayor tendencia a la discapacidad y a la muerte, con el consiguiente mayor consumo de recursos”(1,7). Por tanto, el aumento de la complejidad farmacoterapéutica hace que los pacientes requieran de referentes que les ayuden a conseguir los resultados esperados de la medicación prescrita, intentando evitar o minimizar no sólo los efectos adversos, sino también la medicación innecesaria, la falta de fármacos necesarios o problemas en la adherencia(4). Para ello es importante que, como profesionales de la salud implicados en la atención al paciente, los técnicos en farmacia estén bien formados, con la información necesaria sobre los medicamentos y las patologías para poder discernir qué tipo de atención necesita el paciente, si es una información que puede solucionar como técnico o bien hay que derivarlo al farmacéutico. Así, el técnico de farmacia no es un simple dispensador de medicación, sino que es una figura necesaria e importante, con responsabilidad sobre el paciente y la medicación que se dispensa.
Como vemos, el acto de dispensar un medicamento, ya sea en el Servicio de Farmacia del Hospital, o en una oficina de farmacia comunitaria, implica una gran responsabilidad para la persona que lo realiza y nunca debe ser algo mecánico(2). Es el momento de ofrecer al paciente la oportunidad de exponer cualquier duda o inquietud que le genere el tratamiento que le estamos dispensando. Pero también de intentar tantear si existe algún problema en cuanto a la toma de la medicación (posología, efectos adversos), o revisar si el paciente está viniendo a por medicación cuando le toca ya que, en caso contrario, ya sea porque viene antes o después de la fecha prevista, podríamos estar ante un paciente que no se está administrando bien la medicación, por lo que habría que analizar la situación y, en caso necesario, contactar con el farmacéutico y/o el médico.
Por ello, los objetivos del acto de dispensación de un medicamento deberían ser los siguientes:(8)
- Entregar el medicamento en condiciones óptimas y de acuerdo con la normativa legal vigente.
- Proteger al paciente frente a la posible aparición de problemas relacionados con los medicamentos.
Esto implica que, además de la entrega del medicamento, este acto único de dispensación debe servir como:(8,9)
- Fuente de información para los pacientes sobre la medicación que van a utilizar
- Filtro para la detección de situaciones en las que hay un riesgo de sufrir problemas relacionados con los medicamentos.
- Fuente de información para la persona que dispensa, a partir de la cual tome la decisión más beneficiosa para el paciente, que puede ser una de las siguientes:
- Dispensar el medicamento según se ha descrito.
- Ofrecer una asistencia complementaria mediante otro servicio de atención farmacéutica (educación sanitaria, farmacovigilancia, seguimiento farmacoterapéutico), pasando a la consulta del farmacéutico. Esto se consigue realizando una adecuada entrevista al paciente (lo veremos en el apartado siguiente), de manera que podamos detectar si hay sospecha de reacciones adversas, pacientes que sigan teniendo dudas a pesar de la información que les estamos proporcionando, o aquellos con sospecha de falta de adherencia al tratamiento.
Una buena formación del técnico de farmacia y la sistematización del proceso de dispensación contribuye a la identificación e incluso en ocasiones, la resolución de situaciones que pueden poner en peligro la efectividad del tratamiento prescrito. Como se ha comentado, los problemas más frecuentes y que como técnicos podremos intentar detectar y/o resolver pueden ser el uso inadecuado de la medicación (por semejanzas en el aspecto externo de los medicamentos, o los nombres de los mismos, por problemas de visión, en pacientes mayores, abreviaciones usadas en las prescripciones hechas a mano…), la dificultad para entender las peculiaridades de la posología, problemas con el manejo de los dispositivos para la administración de la medicación…Siempre será importante tener bien consensuado y protocolizado en qué momento debemos pasar al paciente a la consulta del farmacéutico(9,10).
Respecto a la protocolización del proceso de dispensación ambulatoria, es importante tener estandarizada la información que se debe proporcionar al paciente, mediante trípticos informativos, planes de medicación que clarifiquen la posología y el fármaco que toca, o saber cuáles son los recursos informáticos que pueden ayudar a que el paciente esté bien informado (de ello se hablará en el último capñitulo de este tema). (9,10)
La OMS estima que el 50% de los pacientes con enfermedades crónicas en los países desarrollados no es adherente al tratamiento, proporción que aumenta en países en vías de desarrollo. Los factores que influyen en dicha falta de adherencia serían: posología compleja, dificultad para entender las prescripciones, falta de creencia en el sistema sanitario, ausencia de síntomas o aspectos socioeconómicos. Numerosas publicaciones ponen de manifiesto que la orientación por parte de los técnicos de farmacia y los farmacéuticos durante la dispensación de la medicación y la entrevista clínica contribuye a una mejor adherencia y efectividad del tratamiento. Hablaremos en detalle sobre la adherencia en el siguiente capítulo(9-11).
Por todo lo comentado anteriormente, se objetiva el papel crucial que tienen los técnicos de farmacia como parte del equipo multidisciplinar que atiende al paciente ambulatorio, como primer filtro y soporte de la actividad del farmacéutico responsable, con el que se trabaja de manera sinérgica, cada uno con sus roles bien definidos para poder optimizar la utilización de los recursos disponibles.(9-14)